viernes, agosto 07, 2015

Gregorio Martínez, el capitán de la bohemia de los años 60 _ Escribe: Ricardo Raez Ruiz

Gregorio Martinez y Ricardo Raez en la Lima de los 60s

El tiempo se nos escapa como el agua entre las manos. Y si no fuese por la literatura, los detalles de la vida, sus colores, sabores y sonidos, se perderían sin brillo en la ruleta de la memoria.

La literatura transforma así vivencias y experiencias en letras destacadas e indelebles, pero a la vez cálidas y cercanas. Tanto, que parece que también las hemos vivido, hasta el punto de mezclarse con las propias, ayudándonos a comprender estas y a valorarlas mejor.

Pero como no faltan los “doctores”,  que pretenden alejar la literatura y la cultura del vulgo, poniéndolas por encima de la gente, convirtiéndolas en preguntas de concurso o en soluciones de crucigrama, es necesario devolverles el alma, la vida y el corazón; su carácter próximo, eminentemente popular.

Como lo hace Ricardo Raez, al relatarnos en primera persona su testimonio de una época. El surgimiento de una nueva generación de escritores, artistas e intelectuales en los años 60, que no solamente sintieron al Perú como una responsabilidad y un reto, sino que por eso mismo lo sufrieron, rieron y vivieron, intensamente.

Su testimonio, lleno de calor humano, que compartimos con ustedes, formó parte de la presentación en la reciente Feria del Libro de Lima, de “Mero listado de palabras”, una recopilación de los artículos periodísticos del celebre conyunguino Gregorio Martínez, quien forma parte con Ricardo Raez de la nueva pléyade creativa que surgió del mismo parto de ese nuevo Perú, que aún no ha terminado de alumbrar. (Jesús Hubert)

Ricardo Raez Ruiz en la presentación del libro "Mero listado de palabras"

Buenas tardes.

Gregorio Martínez me ha pedido que los acompañe en la presentación de Mero listado de palabras. Lo hago con mucho agrado. Es la correspondencia a la amistad que me brindó durante muchos años, no solo amistad sino también recomendaciones, consejos para la escritura.

Pedro Escribano y Eloy Jáuregui, con muchas luces y agudeza, han comentado la obra de Gregorio Martínez. Yo quiero traer algunos recuerdos de su larga compañía que nos acerquen al hombre, a su caminar.

Los amigos de los años 60 nos conocimos en la Universidad de San Marcos. Fueron años de poesía y narración. Todavía tuvimos nuestras primeras clases universitarias en la vieja casona. Y siempre volvíamos a ella, a su Patio de Letras. Tal vez acarreábamos tempranas nostalgias provincianas que nos congregaban entre las flores, los arbustos y las palmeras.

Llegamos desde lejanos pueblos. Traíamos paisajes, historias oídas a los padres y experiencias vividas, algunos más que otros.  Teníamos 17, 18 años. Nos fuimos juntando alrededor de la biblioteca central. Todos tenían ya la vocación formada. Escribían desde los trece o catorce años, sumaban muchos libros leídos y llenaban libretas de apuntes y devoraban libros.

En un primer momento nos acercamos en los cafés, en el billar de la calle Azángaro. Hasta que después comenzamos a sentirnos más confiados y empezamos a beber. Revelábamos nuestros mundos y las experiencias que habían marcado ya nuestras vidas. Nuestro país, nuestra patria, se abría en nuestros relatos ante nuestros ojos como  descubriendo insospechadas geografías, historias íntimas y colectivas. Con las lecturas y nuestros relatos la vida iba adquiriendo sentido.          

Andrés venía de Huánuco, imaginábamos a sus hermosas mujeres entre la fronda, bajo la Bella Durmiente. Danilo Sánchez Lihon y Valdemar Yupanqui asumian la gravedad de César Vallejo, claro, nacieron en Santiago de Chuco.

Carlos Tincopa y Rodrigo Montoya, iluminados por los relámpagos de Puquio, se sentían herederos de José María Arguedas, Hildebrando Pérez Grande, seguía el camino de su primo Algemiro Pérez Contreras, poeta con resonancias jaujinas. Juan Ojeda, serio, grave, era la imagen de un poeta versado, Chimbote había forjado su fisonomía de pescador que rara vez dejaba ver una leve sonrisa. Después, fueron acercándose otros amigos más y ya podíamos hablar de un grupo.

Nos fuimos juntando en Piélago, la revista que significó la convicción de un camino. Cada número mimeografiado nos lanzaba a Ojeda y a mí  por la avenida La Colmena y escribíamos enfervorizados en las veredas y en las columnas de la Plaza San Martín con tiza: Piélago es poesía. Al día siguiente los ejemplares estarían en los quioscos del Parque Universitario. La noche nos conducía al Palermo o al Jamaica. Celebrábamos nuestras poesías y narraciones primeras.

Llegaron Juan Cristóbal y Julio Nelson, Gregorio Martínez y Cesáreo Martínez,”Chacho”. Y los amigos  de ellos. Nos golpeó la muerte de Javier Heraud. Fue la época de Sartre y el compromiso del escritor. Lenin, Mao, Hugo Blanco… Las lecturas de marxismo, los círculos de estudio nos llevaron a tomar actitudes. Aníbal Marcazzolo, viejo loco bucanero, llegaba a la ciudad universitaria con un costalillo blanco. ¿Qué llevas ahí? Las armas del asalto, decía. Y cierto, las llevaba.  Juan Cristóbal, el chofer de ojos almendrados, según la policía, Jorge Nako, Coco Salazar y otros habían asaltado un banco en La Molina para la revolución.

Con otro viejo bucanero, el gordo Alfredo Portal, poeta y enorme cronopio, e Hildebrando llegábamos furtivamente a un cuartito al fondo de un pasadizo, en un segundo piso en el Rímac, en la calle Francisco Pizarro para animar a Juan Cristóbal que ya no soportaba más su ocultamiento.

Los acontecimientos de la política nacional y mundial nos sacudían. La revolución cubana y el aislamiento de Cuba todavía nos interpelaban. Qué actitud tomar ante la llamada revolución de Velasco Alvarado. Participábamos en las huelgas del magisterio, clasistas y principistas, como se decía.

Creo que no era la lectura de los relatos que escribíamos lo que nos congregaba, porque nadie los mostraba, sino la necesidad de buscar caminos literarios. Así fue como tímidamente, humilde, modesto se acercó al grupo Gregorio Martínez. Leí sus relatos y me maravillé. No era rulfiano pero se sentía la atmósfera de un Comala propio, después fuimos conociendo más de Coyungo, su tierra, y entendimos. Ninguno de nosotros podía presentar un relato parecido.  Andrés seguía a Faulkner, lo leía en la biblioteca nacional hasta que cerraban las puertas. Eran otros sus ámbitos y sus lectores. Años de intenso aprendizaje, de lectura fervorosa y de descubrimientos. Celebrábamos los relatos de Oswaldo Reynoso, de Gálvez Ronceros, de Eleodoro Vargas Vicuña, de Miguel Gutiérrez, maestros ya de escritores.

Gregorio Martínez creció ante nuestros ojos. Fue el capitán de la bohemia.

Siempre sonriente, pero sensible y expuesto a caer bajo la euforia o depresión de los amigos. Una vez me dijo: Carajo, llego donde ti con buen humor y a los cinco minutos me contagiaste tu depresión. O a Martín Quintana, decirle, cada vez que te veo me vienen oleadas de calor. Porque Martín siempre andaba con un saco de paño, hiciera frío o calor.

Es triste dejar cosas, recuerdos, cuando uno hace su maleta del último viaje. Pero, ni modo, tendríamos que hacer uso de un tiempo igual a lo vivido para acomodarlo todo. Y no es posible.

Y de vez en cuando asalta el sentimiento, de golpe, en la memoria de los amigos muertos, que se fueron, que ya no están. Y uno quisiera que no se hayan ido, pero se fueron. Y cómo no servirse un buen trago de pisco y escuchar a Mercedes Sosa y al diablo que alguien diga “yo no puedo tomar solo”. Yo bebo con todos estos viejo amigos, Con José Quiroz, con Juan Ojeda, que dice: Hombre, tú no habitas; con Cesáreo Martínez, Alfredo Portal, Adolfo Polack, con Aníbal Marcazzolo celebrando un año nuevo en su casa de Barranco escuchando las cuatro estaciones mientras Alfredo va comiendo los trozos de corazón, crudos,  que se están macerando. Con Abraham Reyes que canta El pirata.

Bebo con el Politik, Jorge Bendezú, que toda su vida proyectó empresas fabulosas y partidos políticos para llegar al poder, mientras consumía tantos cafés como cigarrillos. Con el poeta Paco Bendezú que sonríe animado por nuestro bizarro editor Hernán Alvarado en su editorial Quipu.  Con Eleodoro Vargas Vicuña celebrando la vida, cuando en sus explosiones se hincaba de rodillas en mitad de la pista y declamaba: Hombre, creo en ti, viva la vida. Con Wilfredo Mesía, que nos dejó tempranamente.

Leo con alguna frecuencia el libro Aprendiz de maga, de Rosina Valcárcel, y recordándola a nuestro lado, preciosa, rememoro los tiempos y los amigos. Es la magia de la palabra.

2.

Pero esta es la noche de Gregorio.

Siempre me asombró la enorme cantidad de conocimiento y experiencias que traía sobre sus hombros. Me empequeñecía al escuchar sus vivencias de niño y adolescente. Cómo podía siquiera intentar presentarle alguna experiencia propia cuando él me hablaba de su trabajo como chulillo de un camión que repartía gaseosas en la quebrada cercana, de cómo se hizo de algún dinero haciendo varios viajes, a la carrera, a la ciudad, para vender naranjas en el estadio de Nazca.

Un hombre de buen criterio y discreción. Ahora entiendo que ha sido una riqueza de vida formada desde pequeño y desde su adolescencia, forjada en su vida independiente. Sabía administrarse, disciplinado, pero siempre vital. Estudioso, estaba al día en las últimas corrientes literarias y de la crítica.

Muy riguroso con su escritura.  Un día que le caímos en su casa de las Américas, a las dos de la mañana, él estaba escribiendo en su máquina portátil, y mientras sacaba unas cervezas, me acerqué a leer lo que estaba escribiendo. Fue como haber violentado un espacio sagrado: su página en el carril. No, no, dijo, no puedes ver lo que escribo hasta que esté terminado.

Pocas personas tan bondadosas, más desprendidas, sinceras y cordiales como Gregorio. Nunca vi en él un gesto mezquino. Cuántas noches, después de una larga travesía, recalábamos en la Libertad, el restaurante donde tomaba su pensión y escuchábamos:

-Ya estamos cerrando, señor Martínez –el dueño, el señor de china nacionalista que le tomó mucho cariño y le regaló un enorme cuadro que colgaba de la pared principal, cuando tuvo que cerrar el establecimiento-. Pero si acepta Félix, no hay problema. ¡Félix!
-Sí, señor, con mucho gusto don Gregorio. ¿Qué le preparo?
-Una fuente de tallarín saltado y ocho cervezas.

Nunca nos dejó pagar allí un centavo. Y los amigos de siempre teníamos ya cuerda para rato.

Fue la bohemia, o eso nos parecía el beber así con furia, con deleite, lo que nos reunía para discutir siempre sobre literatura y nunca para hacer revolución de café.

Siempre he admirado su virtud de recibir información de cualquier interlocutor. A los pocos minutos de diálogo, el recién conocido abría para él un torrente de confesiones, de recuerdos, de conocimientos. Nuestro amigo Fidel Peltroche dice: lo recuerdo mirando las cosas como para escribirlas después.

Socarrón, Chacho decía: este Goyo toodo sabe. Y tras de su sonrisa de anochecida y de sus ojos chinos, sabía que estaba en lo cierto. No había tema, de hechos divinos o pedestres, del campo o de la ciudad, en nuestras conversaciones, que no fuera ampliado por Gregorio, con mayores detalles y profundidad. En verdad todo lo sabía

De amanecida, fuimos, hambrientos, a un restaurante de la calle Puno, a una cuadra de la avenida Abancay. Pedimos una parihuela. Cuando ya íbamos a meter la cuchara,  Gregorio dice: No. No coman. Estos platos están mal.
-¿Cómo lo sabes?
-¿Ven cómo se forman burbujas? Nos podemos intoxicar.
Pidió otra cosa y nos salvó la vida. En verdad, Goyo sabía mucho y con él aprendimos como el Lazarillo con el ciego.

Cuántos amigos que están presentes aquí podrían relatar historias vividas con Gregorio Martínez.

Desde los años juveniles hasta la madurez, en los diarios en los que trabajó como periodista.

En el Palermo nos recibía nuestro amigo Broncano o Linares. ¿Qué le sirvo camaradita? Y comenzábamos nuestro largo viaje. Ramón Aranda, Juan Cristóbal, David Motta. A Hatuchay, en el Rímac, a escuchar  la guitarra de Manuelcha Prado y a disfrutar de la alegría de Manuel Acosta Ojeda despachándose buenas botellas de ron.

Formábamos espíritu, convicciones, lealtades...

Acaso ellos como yo pensaban que no había otro estado para poder soportar y transitar, para ver y vivir en esta sociedad, en este país que nos dolía, que amábamos  en cada espacio y en cada gente que a diario conocíamos en sus calles, que este permanente estado de embriaguez. Que nos impulsaba a los bares queridos: Del Palermo al Chinochino, bautizado así por el pintor Pancho Izquierdo, a la Prefectura, el bar que estaba en la esquina de Azángaro y Colmena, llamado así porque en la pared de afuera había un teléfono por el que se comunicaba la policía que hacía su ronda nocturna,  al Jamaica atendido por el vasco don Antonio Orro, tan serio pero amable, al cuchitril y al Fin del mundo, llamados así porque eran nuestro último recurso cuando ya no había lugares adonde ir, a La Llegada, al Apolo, al Wony, al Pacharaco, a la Buena Muerte, al Versalles, a La Libertad, al Zela, al Bar sin personalidad, porque era anodino, sin nada que lo distinguiera como los empleados que marcaban tarjeta, todos igualitos.

Pero también teníamos tiempo para trabajar como cualquier pequeño burgués. Y hasta pensamos en hacernos ricos. Valdemar, Gregorio y yo formamos una compañía: Estudio 3. Aprendimos a copiar fotografías en el estudio de nuestro amigo Teodomiro Rosales. Pusimos nuestras máquinas fotográficas y buscamos tres fotógrafos que realizarían el trabajo en la playa y en los parques. Publicamos un aviso en El Comercio y al día siguiente teníamos en la puerta de una oficina prestada a cien postulantes haciendo cola para que Valdemar los entrevistara con todas las técnicas psicológicas. Gregorio vio las cosas difíciles y señalándolos dijo: tú, tú, tú, se quedan, los demás se van. Casi tuvimos un mitin y linchamiento. Finalmente nuestros fotógrafos no duraron y tuvimos que dar trabajo a Chacho y a Ojeda. Ellos quemaban cuatro o más rollos de película, por los cuales les pagábamos. Hacíamos las cuentas en el Palermo, y nos bebíamos las ganancias. Pero lo que nos quebró fue que Chacho y Juan cobraban por rollos que tomaban a delegaciones de estudiantes que llegaban a la vivienda universitaria por dos o tres días y después se iban. Entonces, ¿a quiénes entregarles las fotografías? No, no estábamos hechos para empresarios.

3.

Sí, sin duda. Los años sesenta fueron años de aprendizaje compartido.


Gregorio traía ya historias, mucha experiencia vital. Leíamos y comentábamos. Nos entusiasmábamos con Rulfo, con Cortázar, con Carpentier. Algunos seguimos siendo vallejianos,  con Valdemar Yupanqui recitábamos a Vallejo a las tres de la mañana en la plaza de Armas con algunos cuartitos de coñac tres estrellas con harto limón.  La garúa caía mientras nos embriagábamos de poesía.


Veíamos hacia adentro, la propia vida y la de nuestra patria querida y creábamos utopías, futuro. Tal vez era la formación recibida de nuestros clásicos, Arguedas, Ciro Alegría. Y de los maestros actuales, Julio Ramón Ribeyro, Gálvez Ronceros, Oswaldo Reinoso, Miguel Gutiérrez…

En una entrevista con Roland Forgues, Gregorio dice: “yo pude asistir a la escuela, después al colegio, luego a la universidad y, finalmente a los bares, allí donde recién empecé a conocer la literatura más valiosa y las técnicas de la escritura, y hasta evolucioné ideológicamente.”


¿Qué puede contener tanta vida? ¿Qué? ¿Si no la escritura, el texto escrito, la memoria y la literatura? Solo el lenguaje  devuelve la vida a la gastada rutina trayendo las huellas de gozos y lastimaduras, heridas.


 Goyo mostraba un mundo enorme de conflictos sociales y de grupos humanos que trascendía Coyungo y Nazca. Diferentes a los personajes del virtuoso Augusto Higa. Pero ambos, al igual que Gálvez, que Andrés,  dejaban sangre en sus relatos. No  siguieron modas. Por eso, tal vez, rechazábamos las críticas o comentarios de José Miguel Oviedo,  pontífice de El Comercio, por segregacionista y elitista. Más bien festejábamos los logros de Antonio Gálvez Ronceros y de Vargas Vicuña. Goyo iba más allá. Buscaba textos de escritores provincianos, de Ica y de Nazca, de escritores que habían aparecido en algunas páginas de periódicos de provincias. Goyo encontraba en ellos riqueza.


Podríamos encontrar algunas diferencias y distinguir escritores que ligados a sus recuerdos vinculan sus reflexiones, sus quereres a la patria y encuentran la sabiduría del pueblo, en su imaginería o magia, y no solo en el contenido sino también en su lenguaje, allí están Arguedas, Alegría, Vallejo, y, al otro lado, los que producen para el mercado. Y no se hable de provincianos y cosmopolitas, y otras tonterías.


Al final, yo quisiera ver aquí a Goyo, al lado nuestro, junto a nosotros para celebrar la vida.

Gracias.


Ricardo Raez Ruiz en presentación de “MERO LISTADO DE PALABRAS“ 30-7-15

miércoles, agosto 05, 2015

Bolivia crece haciendo crecer su mercado interno_ Reportaje de Jaime Durán / Página 12



En Bolivia los salarios están por encima de la inflación...¡van por telesférico!


Mientras el mundo tiembla por la desaceleración de la economía China y la recesión mundial,  Bolivia sigue creciendo, sin obedecer las recetas ortodoxas. En otras palabras, mejorando la situación económica de su propia población.

“Pagina 12” publica este interesante entrevista a unos de los funcionarios del equipo económico boliviano que está haciendo este “milagro”. Que se persignen los neoliberales. (Jesús Hubert)

Domingo, 2 de agosto de 2015

REPORTAJE. JAIME DURAN, FUNCIONARIO DEL GOBIERNO DE EVO MORALES

El milagro boliviano


Bolivia tiene la segunda reserva de gas de América del Sur, creció un 5,5 por ciento en 2014 y se estima en 5 por ciento para éste. Mejoró la distribución del ingreso y la inflación está bajo control.

 Por Natalia Aruguete

Europa no crece, Estados Unidos recupera lentamente el nivel de empleo y se pronostica un crecimiento modesto de América latina en 2015 por la caída en los precios de las materias primas. En este contexto, Bolivia se convirtió en el sexto miembro pleno del Mercosur. Para el viceministro de Presupuesto y Contabilidad Fiscal de Bolivia, Jaime Durán, Bolivia creció gracias a la apuesta del gobierno de Evo Morales al mercado interno. Invitado por el Cefid-Ar para participar de un seminario sobre la crisis mundial, Durán dialogó con Cash sobre la actual situación del país que tiene la segunda reserva de gas de América del Sur, creció un 5,5 por ciento en 2014 y tuvo una inflación del 5,2 por ciento.

¿Por qué habla de un “nuevo Estado” boliviano?

–A pesar de la caída de los precios de las materias primas, muy marcada desde 2008, en los últimos años la economía boliviana ha tenido una tasa de crecimiento superior al 5 por ciento. Se dijo que el crecimiento boliviano se debía al precio del gas, ligado al precio del petróleo, que cayó hasta los 44 dólares.

El gas ha bajado un 20 por ciento en las exportaciones bolivianas.

–Así es. Por eso mismo, si la economía boliviana dependiera de las materias primas, lo lógico sería que a esta altura del año estemos en una recesión. Sin embargo, la economía boliviana ha crecido al 5 por ciento. El Banco Mundial tuvo que subir las expectativas del crecimiento boliviano del 4,3 al 4,8 por ciento.

¿Por qué razón?

–Bolivia prioriza su mercado interno, relacionado con una estrategia de distribución del ingreso. En los últimos años, bajamos el nivel de pobreza extrema del 40 al 25 por ciento. La política salarial permite un incremento por encima de la tasa de inflación y una suba en el salario mínimo nacional.

¿Qué instrumentos de política salarial aplican?

–El Estado establece el porcentaje del incremento, que se constituye en la base de la negociación para el sector privado.

¿Cómo logran que ese porcentaje de incremento salarial sea mayor a la tasa de inflación?

–El presidente Evo Morales ha decidido que estos incrementos estén por encima. El año pasado, la inflación fue del 5,19 por ciento; esa fue la base de la negociación con la que hemos llegado al 8,5 por ciento de incremento salarial.

¿Quiénes participan de la negociación salarial?

–La Central Obrera Boliviana (COB) y el Estado. No hay representación de los empresarios porque se considera que es una negociación en la que deben participar los trabajadores.

¿Hay resistencia por parte de los empresarios frente al nivel alcanzado en la negociación, considerando que no integran estos acuerdos?

–No hubo mayores cuestionamientos. Claro que ellos consideran que es excesivo pero, en general, lo han aplicado. En el país se tiene conciencia de que estos incrementos salariales razonables permiten dinamizar la demanda interna. Los trabajadores se encuentren en una mejor situación y, al mismo tiempo, hay una revitalización del mercado interno. Por otro lado, los que proveen productos y servicios al mercado interno son los empresarios.

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Yanis Varoufakis alerta al pueblo español_ Entrevista de Claudi Perez / El País



Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia. / GORKA LEJARCEGI


Desmitificar, desnudar a los opresores, en toda su cínica perversidad. Tal es el principal mérito de los dirigentes de Syriza y muy destacadamente del ex ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis. 

Decirles lo que son, sin falsas cortesías. Ese lenguaje directo –y no nos referimos a los insultos- es lo que faltaba en la política a todo nivel. Una forma de hacer política libre de ataduras y falsas formas, para que el gran auditorio de la humanidad despierte y comprenda que sus poderosos verdugos también son de carne y hueso, que también les circula la sangre por las venas, aunque no lo parezca.

De allí la importancia de esta esclarecedora entrevista del diario español “El País” a Yanis Varoufakis del día de hoy.

Toda una lección de valor, firmeza y dignidad contra el terror y el miedo. (Jesús Hubert)

  • Varoufakis: “El tercer rescate de Grecia está diseñado para fracasar”
  • El exministro de Finanzas opina que España corre el riesgo de acabar igual que su país


CLAUDI PÉREZ Atenas 2 AGO 2015 - 09:14 CEST

“El despotismo sádico de la ideología dominante”. “La lectura moral de esta crisis”. “El abrazo mortal de la deuda”. Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) recibe a EL PAÍS en su céntrica casa de la capital griega, con su famosa moto aparcada en la esquina. En las distancias cortas, el ya exministro se muestra amable y desenvuelto. Acerca al periodista una taza de café, se sirve otra y al asomar la grabadora demuestra por qué se le considera una de las lenguas más afiladas de la izquierda europea. 45 minutos después, duele dejar fuera de este texto un puñado de frases como las que sirven para arrancar el párrafo.
De su cabeza perfectamente rasurada no dejan de brotar ideas y alguna que otra contradicción. El tercer rescate a Grecia, vaticina, no va a funcionar; “está diseñado para fracasar” y es el punto final a una especie de “golpe de Estado” de los acreedores. Berlín tiene un plan para llevar a la troika hasta París, “el premio gordo”. Y la Europa que atemoriza con la salida de Grecia del euro, sostiene, va camino de convertirse en una idea siniestra, con fuertes dosis de prejuicios morales y un pésimo diagnóstico de la crisis que ha llevado a recetar políticas profundamente equivocadas una y otra vez.

Pregunta. Dejó el ministerio hace poco. ¿Cómo es su día a día?

Respuesta. Los periodistas sospechan que estoy desanimado, pero no entré en política para hacer carrera. Entré para intentar cambiar las cosas. Y hay que pagar un precio por tratar de hacerlo.

P. ¿Cuál es ese precio?

R. El desdén, el profundo odio del establishment. Si uno llega a la política sin querer hacer carrera acaba metiéndose en problemas.

P. ¿Tiene la sensación de haber logrado cambiar las cosas?

R. Por supuesto. ¿Por qué si no ha venido usted a verme? El Gobierno griego fue elegido para negociar duro, con argumentos que no eran aceptables para la eurozona. El mandato de Syriza era claro: conseguir un pacto con Europa con la idea de decirles a los socios que no podían seguir ahogando a Grecia de esa forma inhumana. Los griegos nos lanzamos con una fuerza imparable contra un Eurogrupo con una lógica inamovible e irracional. El resultado ha sido un montón de ruido. Y espero que también algo de luz.

P. En su último libro, Economía sin corbata, le explica la crisis a su hija. Con el tercer rescate, Grecia seguirá bajo tutela de la extroika hasta mediados de siglo; hasta que su hija tenga más o menos su edad. 

R.¿Cómo lleva eso?

R. Se equivoca. No es la antigua troika: la troika ha vuelto.

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sábado, agosto 01, 2015

La crisis política peruana en el contexto internacional_Escribe: Gustavo Espinoza Montesinos / Nuestra Bandera






Compartimos con ustedes un valioso artículo de un hombre de izquierda del Perú. Conspicuo dirigente del Partido Comunista Peruano, ex Secretario General de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), durante el gobierno del General Velasco, a quien brindó su respaldo.

Lo hacemos, no porque necesariamente compartamos su posición política y sus puntos de vista, sino porque aporta una visión más amplia de la coyuntura política peruana. Especialmente presentándola en el contexto de la crisis mundial y la ofensiva reaccionaria que pretende revertir los procesos políticos que han tenido un origen popular.

Una visión que ha estado faltando en los sectores progresistas del Perú. Más grave aun, cuando observamos cómo se ha fortalecido el poder del sector financiero a nivel mundial, el cual literalmente maneja los gobiernos contra los pueblos, sin ningún respeto por las formas democráticas (Grecia).

Esta perspectiva, supone también considerar imprescindible que cualquier lucha popular, orientada a un cambio de rumbo de las economías y las políticas sociales, no deba marchar aislada. Es necesario que los movimientos populares, sin fronteras, se sientan identificados y solidarios, unos con otros. Con la clara consciencia de que, solo así, podrán obtener resultados tangibles.

Ello supondrá, ojos abiertos y consciencia despierta, para no ser manipulados fácilmente por los medios de comunicación que responden, precisamente, a la internacional del dinero. (Jesús Hubert)


PERU. LA BATALLA ESTA PLANTEADA


Por Gustavo Espinoza M. (*)

En El Salvador, donde el pueblo se está dando una primera experiencia de gobierno progresista liderado por el Farabundo Martí para la Liberación Nacional, una huelga de transporte organizada y alentada por las Maras y apoyada abiertamente por ARENA, el Partido Neo Fascista de ese país; pone en riesgo la estabilidad democrática y genera un clima de violencia en el que asoma una campaña contra el gobierno del Presidente Salvador Sánchez Cerén. Desde Lima, voceros calificados de las peores causas, baten palmas,

En Bolivia, un así llamado Comité Cívico de Potosí desarrolla una huelga desde hace 24 días contra el proyecto de creación de la Planta Hidroeléctrica Supay Chaca río Pilcomayo, con la idea de sabotear planes de desarrollo impulsados por el gobierno del Presidente Evo Morales, quien conserva más del 70% de aceptación ciudadana en el país altiplánico.

En Nicaragua Sandinista, donde tendrán lugar comicios presidenciales el 2016, el diario “La Prensa” –vocero de la derecha “liberal”- se empeña en descalificar al gobierno sandinista sin atinar siquiera a presentar un proyecto nacional de desarrollo que puedas interesar a la ciudadanía.

¿Casualidades? No. ¿Coincidencias? Tampoco. Se trata de la concreción de planes desestabilizadores impulsados por la reacción interna en cada país, y alentados por la administración yanqui que no sabe cómo hacer, en América Latina, para revertir el proceso liberador en marcha, y que ha generado una correlación de fuerzas adversa a los intereses del imperio.

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